Redundando
en la exploración sobre el universo poético de Sylvia Plath, nos encontramos
con esta joya que os ofrecemos a través de un vídeo: “Soliloquy of the solipsist”
(“Soliloquio de la solipsista”), un poema
intenso en el que la extraña que fue se sigue manifestando con sus dobleces, paseando
a solas por las desiertas y oscuras calles de su personalidad, perdiéndose por esas
largas avenidas de árboles descoloridos, aunque alguno verdea, por sorpresa, o
por descuido, o por un ademán de vida que su dueña no ha podido del todo
reprimir.
Sylvia,
en clave dialéctica (“¿yo?”), sintiéndose
interpelada, expresa en estos versos el hechizo del subjetivismo, el encanto de
creer en un mundo que empieza y acaba en uno mismo, y que a veces se nos
enfrenta, nos devuelve la mirada con un gesto altivo, con un ánimo abierto al
desafío, sabiendo de antemano que todo contacto o acercamiento es imposible, así
como aquel beso inacabado de Narciso.
Luisa Pastor
Os ofrecemos también el enlace con una canción inspirada en Sylvia Plath e interpretada por el cantante estadounidense Ryans Adams.
Manuel García y J. L. Zerón en
el acto de presentación
Los componentes de Auralaria Luisa Pastor y Álvaro Giménez han formado parte del corpus de veintiséis escritores que han glosado poemas del oriolano Carlos Fenoll, dentro de la Antología comentada que ha editado la Concejalía de Cultura de Orihuela, coordinada por José Luis Zerón Huguet. Este es el primer volumen de una colección titulada Memoria Literaria de Orihuela, dirigida por Mariano Abad y J. A. Torregrosay centrada en autores notables del pasado literario de la ciudad. Luisa Pastor comenta el poema "La hora maldita", a través del ensayo "Siniestro del reloj y una sed nunca saciada". Por su parte, Álvaro Giménez glosa el poema que lleva por título " A Manuel Molina", con el ensayo "La sencilla grandeza". En la antología, han participado autores como Aitor Larrabide, José Muñoz Grau, Ramón Fernández Palmeral, Sesca o Atanasio Díe, entre otros. La presentación de la antología tuvo lugar ayer jueves 22 de noviembre en el Auditorio de la Lonja de Orihuela, corriendo a cargo del escritor oriolano Manuel García Pérez, que también glosa uno de los poemas de Carlos Fenoll.
Os ofrecemos algunas fotos del acto del pasado martes. En ellas podéis ver a los premiados con los participantes en la entrega de los premios. Agradecer de nuevo a todos los que habéis colaborado con nosotros vuestra incondicional ayuda.
De izquierda a derecha, Javier Gálvez, Eva García, Alain Murcia
Víctor Angulo, Aitor Larrabide, Manuel Rico y Toni Correa.
Abajo, Luisa Pastor, Ángeles Vidal, Daniel Nieves, Samuel
Escribano y Claudia Jofré.
Aprovechamos también la ocasión para anunciaros que Álvaro Giménez García ha quedado finalista del XVII Certamen Nacional de Poesía Adolfo Utor Acevedo, con su poemario inédito Entre estaciones. En el siguiente enlace podéis ver el acta del fallo del jurado.
Os ofrecemos una muestra de la actuación de Auralaria en la entrega de Premios Literarios de la FCMH llevada a cabo en el día de ayer en el Ateneo Cultural Casino Orcelitano. En concreto, os presentamos, a través del enlace de Laverdad.tv.es, "La primavera lo hace todo", poema del ganador del Premio Nacional de Poesía, Víctor Angulo, con la voz de Luisa Pastor y música de Toni Correa y Alain Murcia. Esperamos que, a aquellos que no pudisteis acudir al acto en directo, os guste.
Imagen de la dramatización de los poemas "Sepultura de la imaginación" y "Llamo al toro de España", creado y dirigido por Luisa Pastor e interpretado por Claudia Jofré Montijano, Samuel Escribano y DanielNieves, acompañados a la guitarra por Javier Gálvez.
Los protagonistas de los poemas que mañana se versionan: A la izquierda"La primavera lo hace todo", de Víctor Angulo, en la voz de Luisa Pastor y con una composición original de Toni Correa.
A la derecha, Luisa Pastor y Eva García, que musicarán "Frente a la intacta luz", de Manuel Rico.
Foto del acto de entrega de los Premios literarios 2011
Os recordamos que el próximo martes 6 de noviembre a las 20.00 horas en el Salón Imperio del Ateneo Cultural Casino Orcelitano organizamos, junto a la Fundación Cultural Miguel Hernández, la entrega de los premios literarios. Hoy justamente, se cumple un año de la entrega de los premios 2011. Desde esta página queremos enviar un afectuoso saludo a los premiados del pasado año: Pedro A. Curto, Carmen Garrido y Álvaro Tato, en recuerdo de los buenos momentos vividos durante la entrega de los galardones.
Tal como ocurriese en 2011, Auralaria organiza de nuevo , junto a la Fundación Cultural Miguel Hernández,el acto de entrega de los Premios Literarios Miguel Hernández. El evento tendrá lugar el martes día 6 de noviembre a las 20.00 horas en el Salón Imperio del Ateneo Cultural Casino Orcelitano. En esta edición los premiados han sido:
Premio Internacional de Periodismo: Miguel Ángel Nepomuceno y Santos Escarabajal.
Premio Nacional de Poesía: Víctor Angulo Lasheras, por Cierra despacio al salir.
Premio Internacional de Poesía:Manuel Rico Rego, por su poemario Fugitiva ciudad.
Al igual que en la edición del año pasado con los premiados de poesía Carmen Garrido y Álvaro Tato, Auralaria pone voz a dos de los poemas de los premiados. Por un lado, de Víctor Angulo, Luisa Pastor dará vida al poema "La primavera lo hace todo", con acompañamiento musical de Toni Correa y Alain Murcia, que han compuesto una composición ex professo para este número.
Premiados de periodismo y premio nacional de poesía
Por otro lado, del poemario Fugitiva ciudad, de Manuel Rico, Luisa Pastor adapta el poema que se inicia con el verso "Frente a la intacta luz", acompañada musicalmente por Eva García Lorca.
Además de estas dos actuaciones, el acto se abrirá con una adaptación dramática de los poemas de Miguel Hernández "Sepultura de la imaginación" y "Llamo al toro de España", realizada y dirigida por Luisa Pastor e interpretada por Claudia Jofré, Samuel Escribano y Daniel Nieves, acompañados musicalmente por Javier Gálvez.
El acto será presentado por Ángeles Vidal Guevara y cuenta, además, con la colaboración de la Concejalía de Cultura y del Excmo. Ayuntamiento de Orihuela.
Agradecer también la ayuda inestimable de Roberto Lorente, Mila Montijano, Mari Carmen Martínez y Manuel Andreu.
SYLVIA PLATH: LA APERTURA AL
INCONSCIENTE Y LA OTREDAD
La obra poética de la norteamericana Sylvia Plath es
tan inquietante como su propia vida. Escritora precoz y muy consciente de su
papel en el mundo como intérprete de una realidad no precisamente aparente, su
biografía alimenta el mito del artista incomprendido, al margen de la aceptación
mediocre.
Sus poemas no son fáciles de glosar, parten de una
propuesta que es, de entrada, irracional, ambigua, en muchas de las ocasiones. Razón
y sinrazón alternan en sus versos, como en las propias fotos que de su figura
conservamos alternan dos Sylvias, como mínimo, dos mujeres: una, alegre,
conforme, vitalista (por ejemplo, esa joven rubia que posa en la orilla de la
playa ataviada con traje de baño, pagada de su belleza, como una modelo); otra,
sombría, presa de la alucinación inteligente, lejana, lejana, clarísimamente
remota. Sola en un paisaje casi siempre invernal, deshojado.
Sus palabras prosiguen un camino decididamente abierto a la introspección, a
hacer del mundo interior, de la impenetrable psique, el propio cosmos poético.
En un proceso marcado por un acentuado egotismo, su poesía se aleja de lo
asequible, de la lectura cómoda y fácil. Penetrar en el universo íntimo de
Plath es asumir el riesgo de dejarse fascinar por sus claroscuros, de
conducirse temerariamente entre sus muchas sombras.
Ella misma se confiesa, se reconoce como “una
graja siniestra, meditabunda”. Advierte a quien
a ella se acerca de sus estragos, en aras de algo que le exige un permanente
sacrificio. Encuentra a su paso los caminos torcidos, con una improbable
posibilidad para las rectas o la simple hermosura. Y, sin embargo, hay belleza
en sus versos, incluso lugar para la ternura y la dicha. Aunque no basten para
apartarla de la escarcha definitiva.
La orografía de Sylvia la imaginamos densa de negras
lagunas, andantes desgarbados, ruinas, sueños desvalorizados, perturbadores
desiertos y un sujeto que a veces logra vencer esa terquedad de hallar en todo
síntomas de holocausto.
Su suicidio alimenta el mito de esa constante huida,
o acaso sería más acertado decir, de esa constante búsqueda. Explicar su
desaparición a resultas del abandono de su marido, el también poeta Ted Hughes,
es querer simplificar mucho el estado de las cosas. Para Plath su
familiarización con la muerte, su inclinación a ella, es anterior incluso a su
matrimonio. La pérdida de su padre, a los ocho años de edad, la marcaría
profundamente y junto con su naturaleza sensible le acarrearía continuas caídas
depresivas, con sus respectivos tratamientos de choque.
¿Esas son
experiencias que pueden explicar y abarcar en grado absoluto el misterioso ser
que fue Sylvia Plath? Lo dudo. Su desaparición física fue el momento culminante
de una continua serie de desapariciones progresivas, el fruto último de una
severa dieta de levedad que la lleva de la mano a la
extinción, sin resistencia. Un paseo suave, tranquilo, hacia la muerte.
A mí me gusta
imaginar que quedó un día ahumada en el cristal luminoso de la ventana, o presa
de su doble en un espejito mágico que nadie ha conseguido aún localizar. Por
fin hecha una con esa otra…
En esta doble vertiente que sigue Auralaria, homenajeando por un lado a la palabra y, por otro, a la imagen, os ofrecemos una toma de contacto con una colección de dibujos de José Aledo, editada por Empireuma, y que involucra a un círculo de amigos del pintor muy cercanos a su obra: la poetisa Ada Soriano, autora de los textos que acompañan a cada uno de los 112 dibujos que integran los seis capítulos del libro (no se trata, precisemos, de poesía ilustrada, sino de ilustración poetizada), José Antonio Lozano, encargado de la edición y el prólogo, y el poeta José Luis Zerón, que cierra el trabajo de equipo con un profundo ensayo titulado "El sabio desnudo: la belleza palpitante de la imperfección", en el que pondera tanto el elíptico e inquietante decir de Ada Soriano como el bello y deforme humanismo de las imágenes del pintor. De momento, la obra se ha publicado únicamente en versión digital a través del blog de Muñoz Grau (http://www.mgrau.es/category/jose-aledo-sarabia/).
Desde aquí, felicitamos a todos quienes han tomado parte en este magnífico trabajo, en especial a Pepe Aledo, cuya nota a pie de obra reproducimos parcialmente aquí con la esperanza de que para el lector sea insuficiente y ello le mueva inevitablemente a mirarse desnudo e inteligente en unos dibujos que han alimentado todo un arte y modo de existencia en la indagación.
"Acaban de ver lo mejor que he sido capaz de hacer. La créme de la créme de mi poética, el hombre en verbo ser y estar. El Homo sapiens en cueros, el "Sabio" desnudo. Hace más de treinta años que mis dibujos no hablan de otra cosa que del ser humano. Con nuestras miserias o nuestra patética grandeza. Seres en contingencia, en equilibrio inestable. Son y están para que les contemplemos, posan para tus ojos, desarropados, sin otra meta, ni fin".
VIVIR SOBRE LA VIDA MUERTA por José Luis Zerón Huguet
Paul Celan
Paul Celan (seudónimo de Paul
Antschel), uno de los poetas más celebrados y herméticos de la lengua alemana,
nació en 1920 en Chernovich (Bucovina austrohúngara) de una familia
germanoparlante de tradición jasídica. Su voz está marcada por el dolor y por
una insaciable necesidad de conocimiento. Fue deportado con sus padres a un
campo de concentración nazi. Él sobrevivió, pero ellos murieron. Esta pérdida,
muy sentida, le dictó los poemas de más aliento. En 1947 abandonó Rumanía para
pasar una temporada en Viena, donde publicó su primer libro de versos Der
Sandus den Urnen (La arena de las
urnas). En 1948 se trasladó a París y allí obtuvo la nacionalidad francesa
y casó con la artista gráfica Gisèle
Celan-Letrange, con la que tuvo dos hijos (el primero fallecido a los pocos
años). Realizó estudios de filología
germánica y lingüística en la Sorbona y fue profesor de literatura alemana en
la École Normale Supérieure a partir de 1959.
Aunque alcanzó relevancia
internacional (en 1960 obtuvo el premio Büchner de los libreros alemanes) se
sintió solo y a veces perseguido. Era un hombre difícil poco dotado para las
relaciones sociales, pero trabó una gran amistad epistolar con la Nóbel Nelly
Sachs, que también sufrió la desaparición de casi toda su familia en los campos
de exterminio y cuya poesía tiene muchas afinidades con los primeros libros de
Celan. Con la poetisa austriaca Ingeborg
Bachmann, que le abrió muchas puertas en el mundillo literario, mantuvo una
relación pasional llena de claroscuros. Celan sufrió depresiones, rupturas,
incursiones en el alcohol, incluso crisis de delirios, al punto de intentar
matar a su esposa en una ocasión. La muerte de sus padres y su sentimiento de
culpa como superviviente, sumado a una grave acusación de plagio por parte de
la viuda del poeta Ivan Goll, hizo añicos su frágil sensibilidad. En la noche
del 19 al 20 de abril de 1970 se arrojó al Sena desde el Puente Mirabeau
(París), cantado por Apollinaire en uno de sus poemas más bellos; allí donde el
río es ancho y la corriente más fuerte. Un pescador encontró su cadáver días
más tarde.
Como
escritor Celan tradujo y escribió poesía. A lo largo de su vida no publicó
prácticamente prosa. En total su obra poética, compuesta entre 1938 y 1970,
abarca unos 800 poemas y está dividida en dos etapas claramente diferenciadas.
En los primeros libros la estética celaniana, aunque compleja, es transitiva,
flexible y musical. En sus versos están presentes los románticos alemanes Hölderlin
y Novalis, los tres grandes poetas espiritualistas Von Hofmannsthal, Rainer
María Rilke y Stefan George, Trakl y los
poetas principales del Naturlyrik
(Johannes Bobrowski, Ingeborg Bachmann y Günter Eich), y también se percibe la
influencia del surrealismo y la riqueza de imágenes bíblicas. A partir del
quinto libro, Die Niemandsrose (La
rosa de Nadie), 1963, hay un punto de inflexión: Celan abandona el
virtuosismo y la fluidez rítmica y empieza una poesía de destrucción que
desafía la inteligibilidad. En este periodo adscrito a la desidealización del
lenguaje, calificado como hermético, experimental o metapoético, Celan expresa
un mundo interior mítico y metafísico torciéndole el cuello a la gramática y a
la sintaxis, inventando retruécanos y neologismos, refundando un cúmulo de
palabras devaluadas por el uso. Adelgaza el poema hasta convertirlo en críptico
aforismo. El lenguaje aspira a perder su carácter mediatizador para convertirse
en un fin en sí. No depende de lo designado y es fiel a las compulsiones de la
palabra.
Desde
luego, el hermetismo de Celan no es nuevo; está presente en Mallarmé y Joyce,
en Ezra Pound, César Vallejo y e.e.
Cummings y en los poetas concretos alemanes y brasileños, pero su originalidad
estriba en un carácter personalizador y elegíaco, y una capacidad para
confrontar tradiciones y culturas muy diversas, desde la mística judía, hasta
la filosofía de Benjamin, Heidegger y Adorno, pasando por el lenguaje
científico. Celan crea una poética paradojal (escribió en la lengua de los
verdugos y admiró al filósofo filonazi Heidegger por su acercamiento al
misterio de la poesía, con quien se encontró en un par de ocasiones
decepcionantes para el poeta) que trata de responder a las dos grandes
preguntas sobre la poesía: “¿Para qué poetas en tiempos de carencia?” (Hölderlin)
y “¿Se puede escribir poesía después de Auschwitz?” (Adorno). “El hombre de los
mil naufragios”, como lo llamó Michaux, no supo responder a la primera
pregunta, aunque demostró que en tiempos oscuros los poetas son necesarios para
crear lugares habitables en las grietas del ocaso. La segunda cuestión la
resolvió afirmativamente con sus poemas. Insólitos. Celan creía que un mundo
nuevo es imposible sin un nuevo lenguaje.
Celan
nunca encontró cobijo y vivió a la intemperie entre dos reinos: el de la luz y
el fuego y el de la noche y la ceniza. Su poesía, alusiva y elusiva, resulta
misteriosamente precisa y a la vez inasible en su lenguaje sintético. Sus versos
agónicos, fragmentados, revelan la extrañeza del propio abismo y el del lector
con una polivalencia significante. Requieren lectores atentos que no teman a la
inclemencia de una metafísica que no se entiende y asuman el riesgo de avanzar
entre rescoldos.
La
poesía de Celan ha sido vertida a las lenguas más habladas y desde su muerte se
han sucedido estudios sobre su obra en todo el mundo. Aquí, en España, ha sido
traducida, entre otros, por Jaime Siles, Jesús Munárriz, Felipe Boso, José
Ángel Valente y J. L. Reina Palazón.
Fuga de muerte es, sin lugar a dudas, el
poema más conocido de Celan y el que figura en casi todas las antologías del
autor. Pertenece a MohnundGedächtnis
(Amapola y memoria), su segundo
libro, publicado en 1952. Es uno de los grandes poemas del siglo XX. Según el
crítico Siegbert Prawer, es comparable en importancia al Guernica de Picasso.
El título alude a la estructura del poema, concebido como una fuga musical y a
la vez hace referencia a los músicos judíos obligados a tocar mientras sus
compañeros cavaban fosas o en orgías de los SS alemanes con jóvenes judías.
Destaca en la obra celaniana por su longitud y accesibilidad. Es un ejemplo de
cómo un poema de denuncia se aleja eficazmente de la verborrea hiperbólica y la
topiquería sentimental hasta alcanzar una memorable maestría metafórica.
Videomontaje: "Fuga de la muerte"
por Luisa Pastor
Una
noche, tras la presentación en el Ateneo de Orihuela del libro “Rostros de tiza”,
de nuestro amigo el escritor Manuel García, nos hallábamos un grupo de
inquietos tertuliando a deshora en la terraza del barecillo situado frente al Teatro
Circo. Cerveza en mano, noche apacible y amena, espléndida conversación… De ahí
surge este montaje que hoy presentamos. El culpable: el poeta José Luis Zerón,
que me reta personalmente arrojándome el guante de enfrentarme a la poética de
Celan, en concreto a un poema que él consideró que nunca había oído declamar
como le gustaría.
Cuando
leí el poema, la misma mañana siguiente, supe que ese poema era para mí. Creo
que José Luis lo sabía también. Con todo, pasado el primer entusiasmo, es un
poema que me ha brindado no pocas inseguridades, pero también grandes
satisfacciones, he luchado contra su patetismo y a la vez me he dejado
arrastrar por su desolada esperanza en el hombre, convertido en un ser macabro
y sensible a la vez, un monstruo bicéfalo cuya mirada es insoportablemente gélida,
siendo humana, como en principio debiera ser. Un niño que como tal juega a ser
despiadadamente cruel. No debemos olvidarlo… Por eso Celan es imprescindible:
por lo que dice y por cómo lo dice, con un chorro de conciencia que se declara
incapaz de razonar esta compleja naturaleza o maquinaria nuestra,
Os ofrecemos una nueva versión del poema
El dulce milagro, de la uruguaya
Juana de Ibarbourou,
con acompañamiento musical
del tango
"Recuerdo".
Pincha abajo para oírlo.
Os ofrecemos uno de los poemas más bellos de la poetisa uruguaya Juana de Ibarbourou, declamado por Luisa Pastor. Dos pintores delicados y evocadores, Pierre August Renoir y Giovanni Boldini, ilustran la entrada.
Versos de la rebeldía: “El dulce milagro”,
de Juana de Ibarbourou
De
todas las imágenes que evocan la figura del artista yo me quedo con esta de
Vicente Huidobro en la que el poeta se levanta y, con voz firme, con toda la
fuerza de sus pulmones, clama a la Naturaleza: “Non serviam”, “No te
serviré, no he de ser tu esclavo”.
En
Juana de Ibarbourou hallamos esa querencia revolucionaria, ese deseo de réplica
contra la lógica, contra el imperio todopoderoso de la razón, contra el
tiránico pragmatismo que rige a la inmensa mayoría de los hombres, envarados en
los rigores de sus leyes, líneas y formas.
“El dulce milagro” es más que un poema, es una oda a todos los quijotes,
a todas las frágiles criaturas afanadas en dar fama a su delirio, fantasmas del
idealismo que sobrevuelan los trigales con plena conciencia de ser señalados, o
burlados como el desvalido albatros de Baudelaire. Es una alabanza, una
bendición al deleitoso retiro de la locura, la tergiversación…
…
desde la fronda de sus manos, el ser poeta arroja una rosa como una lanzada a la atmósfera ordinaria, buscando el
homenaje en los territorios de la fantasía, esa maravillosa pulsión imaginativa
que nos aparta del ruido,
en una celda en la que realmente nunca llegamos
a estar solos…
José Luis García Herrera, nacido
en Esplugues de Llobregat en 1964, es rapsoda, crítico literario, narrador y antólogo
(en 1994 tuvo el detalle de incluirme en la antología Los nuevos poetas, editada por la inolvidable Seuba, y nos hicimos
amigos. Siempre le agradeceré aquel espaldarazo), pero por encima de todo en un
veterano poeta con dieciséis títulos de poesía y varios premios importantes a
sus espaldas, merecedor de un mayor reconocimiento por parte de la crítica. Sus
primeros poemarios, Lágrimas de rojo
niebla (1990, Premi Vila de Martorell 1989) y Memoria del olvido (1992)
son imaginativos, arrebatados, intensos, con una tendencia visionaria y
marcadas influencias del surrealismo, el Neruda más metafórico y los poetas de
la Generación del 27, especialmente Vicente Aleixandre. En su tercer libro, Código privado (1996) inicia una evolución
hacia una poética templada, lúcida, transitiva, de hondo contenido humano, que
podríamos llamar figurativa
Hielo, último libro de poemas publicado por el autor (Premio
Rei en Jaume, 2011) tiene una relación argumental con dos poemarios suyos: Mar de Praga (2005, Premio Blas de Otero
2004) y Cuaderno de Britania (2010,
Premio Juan Alcaide, 2010). En mi opinión, los tres poemarios conforman una
trilogía sobre el viaje como metáfora en la poesía de José Luis García. El
título de este último es escueto, sentencioso y sugerente. Tiene un doble
sentido geográfico y existencial, pues
alude al clima nórdico, inhóspito, cuando no agresivo para un hombre
mediterráneo, y a la crisis anímica del poeta, desamparado, solo y a la deriva
con sus íntimas catástrofes por una ciudad que les del todo ajena y con la que,
no obstante, se identifica. De hecho, la nieve y el sentimiento de orfandad son
los dos núcleos temáticos de este libro que se abre con el poema El viaje (Madrid- Copenhague):“El viaje
posee matices de destierro./ No solo es la distancia física la que separa/ el
tacto cercano de los cuerpos. Hay otra distancia –la cotidiana, la afectiva-/
abriendo un abismo en las fronteras del corazón./ El viaje recorre ambas
distancias, las aleja,/dejando en el ánimo cierta sensación de desamparo, de
orfandad, de pérdida/ ante los miles de personas que cruzan/ la amplia terminal
del aeropuerto”.
El libro
continúa con poemas que son breves anotaciones de un estado de ánimo cercano a
un naufragio que no llega a consumarse. El poeta, turbado flâneur, se mueve por
la capital danesa, camina por sus calles y plazas, siente el frío de la noche,
se refugia en los cafés. Le fascina la tierra del Norte y al mismo tiempo experimenta
los rigores de un viaje que tiene muy poco de iniciático y mucho de ritual
fatalista: “Es otoño, pero parece invierno. Lejos de aquí/ mi madre cose el
silencio de la casa/ que han abierto sus hijos con la ausencia (…) El frío de la
noche borra las huellas de mis manos/. Todo enmudece. Todo adquiere el color
blanco /que anuncia el mar de la nostalgia/ y la negrura espesa que precede al
silencio. / Lejos, muy lejos, mi padre lee unas cuartillas/ las palabras que no
sé decirle por teléfono./ El frío de la noche ha cerrado las puertas”(El frío de la noche).
La nostalgia y
la poesía son asideros contra la soledad y la intemperie (“La poesía es mi
refugio”, escribe el autor), si bien también pueden tener aristas: “un verso me
descubre la tormenta interior/ en la que desordeno la verdad de la lluvia.” (caminos cruzados). “Soy huésped de mis
ruinas./ Todo lo que levanté/no evitará mi paisaje al olvido (…)” (La sombra del silencio). La palabras no
siempre consuelan, ni posibilitan el acercamiento a la vida: “No hay palabras
que cierren/ las heridas del silencio. Ni miradas/ que escarben más allá de la
sombra/ El paso lejano de la noche/ aviva el deseo de la mujer que añoras./
Besas el perfume caído en las esquinas/ de las almohadas. No hay veneno/ más
amargo que el frío de la ausencia (Veneno).
Y esa ausencia omnipresente percute con dureza en el poema Hablando solo, así como en los versos finales de Gammel Kongevey (“Nadie me ayuda/ a
recoger los escombros/ de mis propios pasos”) y en ese tierno poema titulado Compartimos soledad –no exento de
patetismo- dedicado a la sirenita, la escultura más famosa de Dinamarca: “Nos
une esa mirada perdida en el vacío, ese destino/ trazado sobre las olas frías
de la espera”.
José Luis
García Herrera ha trabajado este poemario con un lenguaje austero que refrena
el ensueño y el estallido del caos. Los poemas parten de pequeñas anécdotas
biográficas y de lugares comunes, pero concluyen en lo esencial. Son
sentenciosos –a veces casi aforísticos-, translúcidos, monocromáticos y
silenciosamente tormentosos, aunque sensitivos. Con un tono entre lírico y
narrativo, el poeta expresa su soledad, su tristeza, su perplejidad, y lo hace sin
énfasis, con una serenidad estoica. El discurso de Hielo está elaborado con la sustancia personal del autor, pero no
es solipsista o egocéntrico. El confesionalismo, siempre lúcido y evocador,
está dotado de una sincera humanidad. El lector puede entrar en él y hacerlo
suyo sin el menor esfuerzo. El paisaje frío y crepuscular por el que transita
el poeta, allí donde acontece la ruptura de la luz, es también el camino para
llegar al fondo de la realidad.
Pese a todo, Hielo tiene sus epifanías cotidianas, sus momentos de esperanza –la
esperanza anida en la ausencia-, emotividad e íntima y fugaz felicidad: “Hoy es
hielo lo que encuentro/ a cada día que pasa. /Con la ilusión del niño/ que
ignora que todo juego acaba/ me aferro a los aromas de este sueño/ que puebla
de naranjos mi almohada (sueño). En
el mismo tono de reconciliación con la realidad están escritos los versos
finales de Color de tu presencia: “Guardo
en mis labios el sabor de los tuyos…/ El calor de tu presencia abriga mis
sueños./ Y al regresar a la calle, al mar de la noche, / los puñales del frío
ya no hieren mi carne/ ni me roban la sonrisa los fantasmas del hielo”. Y también
los versos esperanzados de A su manera, el poema que cierra el libro: “He salido a
recorrer esta ciudad con otros ojos/ y he aprendido a amar lo que por distinto/no
deja de ser hermoso a su manera”.
José Luis
García Herrera ha escrito con palabras sencillas un libro de poemas equilibrado,
maduro, medular, que nos aflige y conmueve por su melancólica belleza.
José Luis Zerón Huguet
Hielo, José Luis García Herrera, Ajuntament de Calvià, Mallorca, 2012.
PASEO POR NYHAVN
Si quedara una silla frente al mar
o una roca blanca
sobre la que sentarse con una cerveza
y un libro de poesía de Antonio Gamoneda,
o un ángulo muerto
desde el cual espiar a dos mujeres gesticulando
y hablando sobre los meses de verano,
me quedaría quieto, con los ojos cerrados,
escuchando el rumor de un agua lenta
descifrando los versos escritos sobre el hielo
que gotean la savia de su esencia
por manos adiestradas a peinar
las contradicciones del viento.
Es curioso que Charles Baudelaire, enemigo del progreso del
siglo XIX y representante del elitismo aristocrático, sea el precursor de la
poesía vanguardista y un icono de la modernidad. En La Folie Baudelaire (Anagrama), último libro de Roberto Calasso,
erudito, ameno, vigoroso, inclasificable, se explica el enigma de este poeta
desarraigado, paradójico reaccionario, esteta en guerra permanente con la
mediocridad y admirador, sin embargo, de algunos talentos mediocres como Merimé
o Costantin Guys, a quien calificó “como
el pintor de la modernidad”. Baudelaire deploró la dependencia de tantos
escritores y artistas prostituidos por la obligación de producir, pero se
adaptó a la naciente industria cultural debido a su sempiterna precariedad
económica –aquí podemos encontrar uno de los muchos paralelismos con su alter ego
norteamericano, Edgar Poe- e incluso fue aspirante a la Academia francesa y
mendigó una reseña al crítico Saint Beuve, quien accedió finalmente con un
texto paternalista y no exento de mordacidad. El ensayista italiano afirma que
Baudelaire es “el más arcaico de los modernos” y destaca otra paradoja: una de
las peculiares virtudes de su poesía es precisamente su falta de soltura, su
exceso de peso y densidad. “Su palabra está cargada diga lo que diga. Hay un
exceso de linfa, un adensamiento de energía, una presión de lo desconocido que
la sostienen y al fin la abaten”. La
folie Baudelaire es a la vez una monografía sobre el personaje prototípico
de la flanerie y una obra sobre el nacimiento
de la modernidad en el París decimonónico
Con todo, lo que
me ha parecido más atractivo de este libro repleto de analogías es el complejo
sueño que el autor de Las flores del mal
transcribió en una carta a su amigo Asselinau nada más despertar en la
madrugada de 1956. Calasso lo reproduce íntegro en el capítulo cuarto y le
dedica un profundo análisis. El sueño es un relato perturbador que me recuerda al mundo de
Fellini, “un cuento sorprendente –como lo califica Calasso-. Acaso el más audaz
del siglo XIX”. En su carta a Asselinau, Baudelaire define su sueño como “un
lenguaje jeroglífico del que no tengo la clave”. Resulta difícil no relacionar
por contraposición esta confesión de impotencia con la arrogancia que, veinte
años después, exhibe Rimbaud en sus Iluminaciones,
proclamando en repetidas ocasiones que él es el único que comprende el sentido
oculto de la vida. Recordemos el final de “Parada”, el cuarto poema de la
serie: “Solo yo poseo la clave de esta parada salvaje”.
¿Qué
tenemos hoy que no se deba a una revolución, a un movimiento que dé
contestación a una época de decadencia? Nuestro modo de vida, despreocupado y
feliz, por ejemplo, ha sido la pildorilla que nos entregaron, entre otros, los visionarios de los 60, gracias a sus
propias movilizaciones. Más allá de Woodstock,
el mundo comenzó de nuevo a revisarse: cuestiones de tolerancia interracial, de
emancipación femenina, de libertad sexual, de antibelicismo, de preocupación
por el medioambiente,… fue el regalo que nos hicieron aquellos jóvenes, retratados de manera muy
simplista e interesada por algunos de sus contemporáneos, como el ex – presidente de los EEUU, ya
desaparecido, Ronald Reagan (al
menos, éste reconocía que era actor), quien, en el colmo del desparpajo
figurativo, dio su propia definición de aquellos rebeldes individuos, sin
paliativos: “tíos –dijo- con el pelo como Tarzán, que caminan
como Jane y que huelen como Chita”. Por no hablar (me imagino que se quedaría con algo en
la punta de la lengua) de sus excentricidades estilísticas y étnicas, sus arco
iris de idealismos fútiles, su inclinación anárquica y apátrida, sus marginales
comunas o su célebre debilidad por las sustancias enajenantes, como la
marihuana o el LSD. Y ya que hablamos de esa mítica droga, cabría recomendarles
a nuestros políticos y, ¿por qué no?, a ciertos civiles más que cómodos y
materialistas, un buen chute de esos combinados, un cóctel especial, entre
parlamento y parlamento, de Libertad,
Sentido del deber y Decencia. No sé, no sé… Lo mismo sus organismos no lo
resisten… Mejor que prueben primero a escuchar a Joan Baez, y así empiezan poco a poco a iniciarse en esa cosa tan
alucinógena que llamamos derechos humanos.
Compartimos con todos vosotros la reseña que en el periódico La Verdad de Orihuela, en la sección Cosas que pasan, de Concha Montijano, se hace de la última novela de Manuel García, Rostros de tiza, y del montaje promocional que realizamos para su presentación al público orcelitano.
De nuevo, uno de nuestros trabajos, el videomontaje dedicado a Marina Tsvietáieva, aparece en el blog Poesía de mujeres. Agradecer desde aquí a Ana Muela su implicación con nuestra labor y su difusión. Os damos el enlace directo con esta página plagada de grandes voces femeninas. http://www.poesiademujeres.com/2012/05/ti-dentro-de-un-siglo.html
Os presentamos un homenaje a Marina Tsvietáieva, con la voz de Luisa Pastor y la colaboración inestimable de José Luis Zerón, que nos da su visión personal y única de la poetisa rusa. Además, os entregamos un poema inédito de Luisa Pastor inspirado en Tsvietáieva.
MARINA TSVIETÁIEVA: UNA POÉTICA DE LA INTEMPERIE
Hace algún tiempo fui invitado a
dar una dar una charla en un instituto. Al finalizar la misma, una profesora me
preguntó: ¿“Por qué ya no hay poetas como Marina Tsvetáieva?”. Desconcertado, improvisé
una respuesta para salir del paso. Hoy tampoco sabría responder con precisión a
tan audaz pregunta. Solo se me ocurre pensar que la gran escritora rusa Marina
Tsvetáieva (1892-1941), vivió en una época en la que todavía se creía en los
poetas, no como meros artesanos de la palabra, sino como artista fervorosos
dotados de una sensibilidad especial para vivir atentos a la revelación –que
podía surgir en las honduras del yo o en la convivencia cotidiana- y
capacitados para afrontar riesgos, privaciones y sufrimientos. Como sus amigos,
Boris Parternak y Anna Ajmátova, Marina vivió a la intemperie desde muy joven,
constantemente violentada por el infortunio y la barbarie. Como ellos escribió
a todo riesgo, sin la red protectora de la retórica. Toda su vida fue una tragedia
que encaró con un coraje y una dignidad que solo el descreimiento de nuestro
tiempo nos impide llamar heroísmo.
Sufrió la
pobreza y el exilio, cuando acompañó a su marido Serguéi Efrón, un capitán en
activo que huyó de la revolución rusa. Primero en Praga (1922) y luego en París
(1925). Tuvo dos hijas, Irina y Ariadna y un hijo, Gueorgui. Alejada de los
círculos literarios parisinos no encontró el reconocimiento que merecía. Pero
ella, que nunca perdió la fe en la poesía –aunque siempre temió perderla-,
escribió estos versos clarividentes: Mis
poemas serán saboreados como raros vinos/ cuando sean viejos.
Nostálgico de
su patria, Serguéi Efron fue simpatizando con la causa soviética y aceptó
trabajar para el servicio secreto. En 1937 cayó en desgracia y fue obligado a
regresar a Moscú. En 1939 Marina Stvetáieva volvió a la Unión Soviética para
reunirse con su marido. Ese mismo año Serguéi y su hija Ariadna fueron arrestados.
Marina respondió a los continuos agravios y humillaciones con la ofrenda de su
poesía, que no claudicó ante el nuevo dios y la ciega multitud que lo adoraba. Aunque escribió teatro, ensayo, un diario y
abundante correspondencia, es en su poesía –elaborada con un lenguaje cuidado y
de gran potencia visual y sonora- donde resalta la verdadera llama de su
talento creativo en perpetua lucha contra el sufrimiento. Sus poemas, plagados
de diálogos y preguntas, se extienden por los vastos territorios de la analogía
y acuden al misterio y se internan en la espesura a través de elipsis o repentinas
rupturas de lo previsible. Los versos fluyen, respiran, se entregan a la deriva
de su propio aliento con un insólito resplandor de aurora y de ocaso; en ellos
se mezclan el latido aventurero de lo naciente y la intensa solemnidad de lo
que finaliza. Una de sus traductoras, Selma Ancira escribió: “Tsvetáieva logró
pulverizar las palabras, logró que suenen de una manera distinta”. En mi
opinión, Antes del fin, título
premonitorio, es el mejor poema de Marina Tsvetáieva y junto a Réquiem, de su amiga Ajmátova, el gran
poema de la literatura rusa
El
temperamento resistente de Marina, manifestado en muchos de sus versos, se
encaró contra el sentido trágico de la existencia: “No te llevarás el rojo de
mi mejilla/, poderoso como el desborde de un río./ Eres cazador pero no me
rendiré./ Tú eres la persecución, pero yo soy la fuga”.
Su hija
Ariadna manifestó en su libro Marina
Tsvetáieva, mi madre: “Escribía de mañana, bien temprano, con el estómago
vacío (…) podría escribir cualquiera fueran las circunstancias que la rodearan
y de hecho así lo hizo”.
Pero tanta
rebeldía contra la siniestra realidad, tanto coraje, tanta intemperie, tantas pulsiones
heroicas tuvieron un límite. En 1941 Serguéi Efrón fue fusilado. Ese mismo año,
Marina se suicidó buscando la consolación en un paisaje lejano, el espacio de
paz que cantó e invocó en muchos de sus poemas.
José Luis Zerón Huguet
Ya que aquí nunca nada se realiza...
A Marina Tsvietáieva,
desde otro siglo
Ya que aquí nunca nada se realiza...
… ¿ Por qué no participar
del ser de las Musas,
compartir con ellas
su leve peso,
apenas sostenido
por las gasas de la imaginación?
Si nada al margen se consuma,
si todo por igual se desvanece,
¿por qué no dormir pronunciada
entre los labios del poeta,
por qué no pasear mi fantasma
por sus andamios y aranceles?
En tanto que solo la fuga persiste,
en tanto que somos ambos peregrinos
sin la palma y la gloria de los vivos,
¿por qué no alentar un trazo, una idea, la primera,
ser absoluta como el Arte, necesaria,
y olvidar de momento el canto
para admirar ese prodigio, esa desembocadura,
con el tedio de mi carne inspirando su rezo…?
Como quiera que entiendo
su figura al trasluz de mis dolientes versos,
como quiera que ayer perseguí el mismo sol,
hasta que cayó la tarde, y sobrevino el frío,
¿por qué no conducir sus dedos
por el abandonado oficio
de hallar los secretos
perdidos entre mis anillos?
Sabiendo que nunca nada se cumple
aquí por siglos,
sabiendo que hay una hora para todo
que se cobra el silencio,
nada debiera al menos impedir el consuelo
de encontrar a su lado
un paisaje para mi descanso,
un instante para adivinar la intención de sus manos,
El elenco de actores con la directora, Luisa Pastor,
y la coordinadora, Mª Luisa Martínez
Caballero y Merlín en un momento de la representación.
La
sección juvenil de Auralaria poesía
escénica estrenó el pasado domingo 13 de mayo, en el Ateneo Cultural Casino
de Orihuela, su versión libre de “El
caballero de la armadura oxidada”, una novela
breve de Robert Fisher. La obra, que
fue adaptada por Javier Pastor y Luisa Pastor
y dirigida por esta última, tuvo como intérpretes a jóvenes vinculados a la catequesis
impartida en la parroquia de las Santas Justa y Rufina. Diego J. Torres, Marta
Ruiz, Alba Giménez, Lucía Casanova, Anabel Rivera, Alba Barberá, Sonia
Aparicio, Paz Alarcón y Pepe Serna conforman el elenco dramático con que
Auralaria considera consolidada su propia cantera para futuros montajes
dramáticos y poéticos.
Auralaria os invita a aproximaros al poemario de José
Luis Zerón, "Perplejidades
y certezas", publicado recientemente en el blog del periodista
J.A. Muñoz Grau. Como muestra de la profunda indagación en el hecho poético
adelantamos estos "Apuntes
para una poética". Imprescindible para todos los amantes de la
palabra.
APUNTES PARA UNA POÉTICA
José Luis Zerón.
(Retrato de J.A. Muñoz Grau)
Hay que vigilar hasta encontrar de nuevo el proceder del
mundo en las palabras. Pero cuidado con los déspotas del lenguaje.
Inclinado con tu carga de incertidumbres sigues el rastro de
la escarcha e indagas en los laberintos de briznas. Aspiras a verte colmado en
la expectación. Tu fe es el camino por el que avanzas sin precipitarte. La duda
es tu paroxismo.
El poema es como un pájaro atrapado en el deseo de ascender.
El poema no es el hogar, sino la errancia, último reducto de
quien ha sido derrotado en todas las batallas contra el tiempo. Se escribe con
gritos de incapacidad y expresivos balbuceos. No le busquemos certezas ni sentido.
La desolación de la escritura es su grandeza.
El poeta sigue huellas imposibles en el desierto.
El poeta vive permanentemente en estado de alerta. ¿Cuántas
horas dedicadas a remover la ceniza en busca del fuego augural? No se pueden
contabilizar. En la calma o en el estruendo, en el alborozo o en el desamparo,
persiste en acechar las defunciones. Su lengua es de ausencia y, sin embargo,
tiene una fe inquebrantable en el encuentro. En su fervor hay un exilio y en su
victoria una subordinación. Su identidad se fortalece en la frontera.
Percibes fascinado la claridad de los florecimientos y, con
una paciencia instintiva, procuras decir el mundo, mas no es posible retener el
temblor. Un poema es la gracia de nombrar lo efímero.
Las palabras son el despeñadero de la percepción.
El poema es una flor inoportuna que crece entre las ruinas
de las ilusiones. Esplende como el jaramago en los jardines arrasados.
El camino del poeta está lleno de pozos y estrellas.
¿Qué es Dios?
El gran vacío, el espacio en blanco en donde hemos de
naufragar.
En épocas de desamparo rotura tu propia nada y siembra en
los surcos hostiles palabras de afirmación. Pero es preciso sentir la
convulsión de la siembra, sólo así abrirás caminos de cosechas.
Creemos que cualquier camino nos llevará hasta la cima, pero
al final de la senda siempre nos espera el precipicio. La cima está siempre por
hallar. El alborozo de la búsqueda compensa las zozobras.
Pero nunca rompamos nuestros vínculos con la cima. Lo
contrario significaría perecer en la inacción.
La poesía no es el saber del ser, sino más bien el de su
carencia.
Hay seres ejemplares que aman las tormentas.
Si acaso encuentro abrigo es bajo el techo de la tormenta.
El torrente tiene tacto de sombra y de cieno y el color
innombrable del útero. Su dulce fragor nos devuelve el límite borroso de otra
vida que empieza ahora.