lunes, 8 de junio de 2020

"La Península", de Seamus Heany, (traducido por Luisa Pastor)

Ilustración: Alba L. Giménez


Cuando no se te ocurra nada más que decir,
sal un día y conduce, sin más, a lo largo de la península.
El cielo se eleva como si fueras a despegar,
el paraje carece de indicación alguna, de modo que no hay más meta

que pasar de largo, evitando en todo momento, claro, la llegada.
Al atardecer, el horizonte se traga el mar y la colina,
los campos arados emborronan el tejado del blanco caserío,

y nuevamente retomas la oscuridad. Ahora, recuerda
la luminosidad de la costa y aquel tronco a contraluz,
la roca donde las olas van a romperse en jirones,
las garzas en elegante escorzo sobre sus patas,
las islas dejándose ir en la niebla,

y regresa por fin a casa, todavía sin nada que decir
salvo que en adelante poseerás las claves de todos los paisajes
en virtud de estas cosas halladas puras y limpias,
agua y tierra en su elemental desnudez.


Enlace al poema original

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