miércoles, 28 de enero de 2015

Versión de Luisa Pastor de "To any reader", by R. L Stevenson.




A cualquier lector, by R.L. Stevenson


Así como tu madre te observa desde el porche
mientras tú correteas por entre los árboles
también tú puedes ver, si echas una mirada
a través de las ventanas de este libro,
allí, a lo lejos, a otro niño,
que juega en otro jardín.
No vayas a pensar ni por un instante
que un simple toque en el cristal
o una simple llamada
va a atraer su atención.
Él, totalmente absorto,
vive entregado a su inclinación lúdica.
No escucha, no levanta la vista,
nada fuera de este libro
conseguirá seducirlo.
A decir verdad, hace mucho tiempo
que ha crecido y se ha marchado,
y ya no es más que una criatura del aire
aquello que permanece varado allí,


                                                             en el jardín.

Versión de Luisa Pastor 


jueves, 22 de enero de 2015

"Los cálidos días de enero", by Donald Revell . Versiona Luisa Pastor


Donald Revell

"Warm Days in January" by Donald Revell 
(from Erasures, 1992)  

Nunca me ha sido tan fácil llorar abiertamente
o ponerme en el lugar de un niño.
Nunca antes pude caminar sin titubeo
hasta el centro de la ciudad –esa isla –
como un autómata confundido entre otros tantos
que suspiran lastimeros,
con la puesta de sol sobre sus hombros
gustoso de retenerla entre la melosa hilera de árboles
unos instantes más.

Unos años atrás, 
nunca estaba lo suficientemente triste
y nada sino un hotel que yo pudiese romper en pedazos
para luego reconstruirlo de nuevo en una caja de zapatos
me hacía sentir como en casa.
Mis padres habían muerto.
Y sus humildes pertenencias venían conmigo de hotel en hotel
como residuos de un romanticismo febril.

Ahora, con las sienes encanecidas,
llevo de la mano a una vieja amante,
- más reticente que tímida,
más silenciosa que expectante-
a la parada de autobús, junto al Museo Judío.

Aguardamos en la oscuridad largo rato.
No hay beso.
Cuando el autobús llega, sube con determinación.
Es allí donde la veo por última vez,
alejándose en su asiento, entre luces de neón y ruido.
No me dice adiós encantadoramente con la mano,
erguida en la distante independencia
que  traicionamos años atrás con nuestro primer beso.

No hay que subestimar nunca la ventaja de una retirada.
No cabe duda  de que el pensamiento y el tiempo
tienden a minimizar los daños.
No se debe rechazar nunca
la sencillez de una vía de escape
o de un gesto de perplejidad prescrito.

Al término de la infancia,
cuesta distinguir la felicidad del mero optimismo.
Ni el parricidio, ni los hoteles decadentes,
ni las volubles alucinaciones  de las drogas y la rebelión
marcan la diferencia.
No somos más complicados que nuestros bisabuelos.
También ellos sintieron en su momento pavor
de pie ante el hotel de la vida.
 
Como ellos, buscamos el refugio
de los cálidos días de enero,
una devoción cuya idea fija
es sobrevivir según unas leyes explícitas
que ninguna mujer joven adora
que ningún hombre joven acata,
                                                      con ansia consentida.

Versión de Luisa Pastor

jueves, 15 de enero de 2015

"Vaciando el aire de las caracolas", de Mateo Marco Amorós, habla sobre Albanta

El poeta Mateo Marco Amorós
Cuando uno escribe apenas es consciente de los caminos que va a seguir aquello que plasma en el papel. Solo lo descubre cuando empieza a notar las distintas reacciones que los lectores le van haciendo llegar. La que a continuación os dejo viene desde la voz serena y experimentada de Mateo Marco Amorós, historiador, docente y poeta. Mi agradecimiento a su interés por el arte y por el mundo de la escritura y de los que escribimos. También las gracias a Joaquín Marín, por su concepción del mundo plasmada en sus fotografías y, por supuesto, a Pepe Ruiz, en cuyo espacio, abierto siempre a la cultura, se difundió la reseña que ahora os paso desde Diario de la Vega.

Albanta en la voz de Mateo Marco Amorós

sábado, 10 de enero de 2015

"Winter", by Billy Collins. Versiona Luisa Pastor


Billy Collins

Winter, by Billy Collins


El radiador de hierro, su cálida tibieza,
el perro resoplando a los pies de la cama,

y las ventanas cerradas herméticamente,
invadidas de hexágonos de escarcha.

Levemente adivino -desde aquí- los lamentos 
de los gansos en la infinitud del cielo,

sobrevolando a vivos y muertos,
escuelas y prisiones,
                                                                                  y estos campos sembrados de blancura.              

       

Versión de Luisa Pastor 

martes, 6 de enero de 2015

"The Snow Man", by Wallace Stevens. Versiona Luisa Pastor.

Wallace Stevens (1879 - 1955)

The Snow Man, by Wallace Stevens   
( from Harmonium, 1923) 

Imagen Diego Martín

habría que tener una memoria invernal
y así evocar la escarcha
y las ramas de los pinos
delicadamente invadidas por diminutos copos de nieve

habría que distanciarse en el frío largo tiempo
                                              [para admirar
los enebros    ahítos de hielo
los puntiagudos abetos
bajo la fría purpurina de un sol de enero

sin dedicar un solo pensamiento
al insignificante murmullo del viento
cuando arrastra unas pocas hojas

y de la tierra levanta un suave quejido
                                               [esa misma brisa
que sopla en la desnudez de cierto lugar
solo para quien escucha

para aquel que atiende a la ventisca
y que es poco menos que nada
una nada contemplativa de otra nada

manto de todo lo visible y lo invisible

Versiona  Luisa Pastor


viernes, 2 de enero de 2015

"It would be neat if with the New Year…" by Jimmy Santiago ( from Winter poems along the Rio Grande). Versiona Luisa Pastor.

Jimmy Santiago Baca


Sería maravilloso que con el Año Nuevo
pudiera dejar atrás, junto con el año que se ha ido, mi soledad.

Mi  soledad como la suela de ese viejo par de botas de trabajo
que mi perro sacude  adelante y atrás
con el vigor de sus mandíbulas,
mordisqueándolas durante horas  todos los días
 en el jardín de la entrada –
la lluvia, el sol, la nieve o el viento
con sus descalzos pies  ponderando mi poema,
y mi mirada más allá de  la ventana,
detenida en esas sucias botas
que han quedado abandonadas en el jardín.

Y sin embargo, mi felicidad depende mucho
de esas botas que calzo.

Cuando el día toca a su fin,
y me siento a escuchar una ranchera mejicana,
me recreo mirándolas, considerando
todos los caminos equivocados que ellas y yo hemos tomado,
todos los antros prohibidos que hemos visitado,
y mientras el cantante mejicano plañe su dolorosa canción,
yo sonrío a mis botas, captando cada una de las notas de su voz,

y los extraños, cuando me ven meciendo mis botas
al compás de la canción, pueden ver
sus suelas arañadas, mordidas, desgastadas.

Las sigo llevando porque me quedan tan bien,
y las necesito, especialmente cuando amo con tal fuerza,
en esos parajes por los que asciendo senderos de cantos rodados,
donde las flores resquebrajan las peñas en su imperioso delirio de luz.

 Versión de Luisa Pastor