domingo, 28 de septiembre de 2014

"Carta de amor para quien no me ama", de Antonio Gracia

Os ofrecemos el enlace con el audio de Antonio Gracia "Carta de amor para quien no me ama" cuyo texto trascribimos a continuación.


Escúchame, Mi Amada: 

Esta carta es como la botella que desde mi corazón arrojo al mar de los naufragios en tu boca. Mis labios, porque te amo, tienen forma de beso. Tu nombre tiene el nombre de los pájaros, las flores, los océanos, los árboles, la lluvia sobre el mar. 

A veces pienso en ti como si hubieras muerto: Eras el amor cósmico, eras el sexo sísmico, eras la boca lírica. Si rozaba tu piel crepitaba el diamante. Tus pechos eran vértigos; tu sexo, tiburones encelados; tus ojos, dos océanos en la luna; tus caderas, el ritmo de la música; tus muslos, arcoíris en la noche; tu pelo, el amazonas encrespado; tu risa, el cascabel de las estrellas... 

Mi Amada tan lejana: es duro comprender que no me amas, que tus manos no avanzan hasta mi corazón para empujar su sangre, que tus ojos no se buscan en los míos para encontrarte en ellos. Por el beso que sé irrecuperable, porque tus labios quieren reventar de pasión y no los dejas, porque tus manos trazan pequeños arabescos en el aire como una cobra hipnótica, por tantas cosas que ahora callo mientras digo tu nombre, pienso, a veces, que la vida es, a pesar de todo, algo hermoso representado en ti. Que no seas para mí, tal vez me mate. Que yo me entregue a ti, me da la vida. Así que este dolor es un placer inevitable que no aplaca la causa que lo engendra. Porque quisiera que me amaras: pero si no te amo es que no existo. Tú eres mi sentimiento y, por eso, eres tú mi existencia. Que no puedas amarme me destruye; que yo te siga amando, me agiganta. Eres la fuerza que he buscado siempre: ahora sé que el miedo ya no existe. 

Este amor que me da vida y no penas, como aprendí en los libros, nunca lo imaginé posible. Esta música que late en mi cerebro desde mi corazón no existe en los poetas. Pensar en ti llena de lluvia el mundo: lo fecunda. Tan grande es este amor que tal vez, si me amaras, no sentiría esta plenitud al respirar la luz cada mañana. 

Así es como te amo: como si todos los amantes de la historia te amasen con mi cuerpo, como si fueses Eva para la Humanidad. Escúchame: te amo. Sé que puedes creer que no hay quien ame tanto, que todo es fingimiento: pero, puesto que nunca amé antes de amarte a ti, se me agolpa, en los labios, todo el amor no dado: recíbelo, a lo lejos, aunque lo creas palabras solamente. 

Imagino, de pronto, que te observo leyendo estas palabras, como estando ante ti sin que me veas: y tus párpados tenues, tus pestañas de añil, tus ojos de topacio, tus azules hermosos, tus verdes restallantes, tu silencio abisal caen como una lágrima exhumante. Y en la pirámide del cielo se graban con cincel de cobalto tu corazón y el mío. 

Tal vez existes para ser origen de esta carta de amor y has cumplido tu vida trayéndome la muerte al desdeñarme. Tú no sufras por mí, pues me cumplo en mis versos: si me hubieses amado, nada hubiese yo escrito. Y yo sería nadie. Así, soy un poema nacido de esos labios que no quieren besarme: ahora que te escondes con la carta en las manos, trémula por saber que muero (pero vivo) tan distante, con mi boca extasiada en la plegaria inútil, ahora, Mi Amada concebida, mira: me estás amando ahora como nunca lo harás ni hubieses hecho: con tus ojos me lees, con tus ojos me alumbras, con tus ojos me besas el corazón: lo que soy, lo que fui, lo que siempre seré: palabras y poemas: epitafios. 

lunes, 22 de septiembre de 2014

"Yo te adoro, mi Lou", de Guillaume Apollinaire, en la voz de Luisa Pastor

Guillaume Apollinaire
Compartimos con vosotros nuestro último trabajo: Yo te adoro, mi Lou, poema del escritor Guillaume Apollinaire dedicado a su amante  Louise de Coligny-Châtillon. Junto a la voz de Luisa Pastor, la música de Erik Satie, con su composición Je te veux, crean un poema de sutil expresión y honda pasión.

Como complemento al poema, os adjuntamos el enlace con una de las cartas que envió Apollinaire a Lou, tanto en su versión original como en castellano, traducida del francés por Paloma Albaladejo.




lunes, 1 de septiembre de 2014

A Leopoldo María Panero, por José Luis Zerón


Siguiendo con nuestra serie de homenajes a Leopoldo María Panero, os ofrecemos una nueva colaboración, esta vez del poeta oriolano José Luis Zerón. Con Cantata para un poeta náufrago, Zerón recoge las "heredades" de Panero, oficiante de su propia destrucción y vidente en un mundo de ciegos.


CANTATA PARA UN POETA NÁUFRAGO


Leopoldo María Panero inmemoriam


“Serás profeta tan solo para acabar con las máscaras del lenguaje”.
L.M.P:

El nombre de Dios repetido en voz alta miles de veces
no te elevó más allá de la muerte.
Ninguna hermosa elegía te devolverá
los paraísos perdidos.
Repetir y repetir una plegaria sin reversión
ni destino,
invocando al niño difunto que te habita,
al niño muerto que abre los ojos al hoy
esperando un para siempre,
invocándolo con los ojos solos
y la certeza de estar aquí, en el baldío,
guiado por el fulgor insomne de la búsqueda,
buscando en tus ojos desiertos
una mirada viva que confirme que eres alguien por fin,
alguien que despierta a una nueva vida
que es el reverso de la sordidez.
El mundo es un lugar hostil, bien lo sabes,
y no es posible escapar a los estragos de los ángeles fieros,
ni se puede huir de los hombres que husmean en los osarios del amor
y se disputan los despojos,
pero la memoria siempre está próxima
y se enriquece a base de usurpaciones y rapiñas.
La inocente crueldad de tu infancia
se presenta como una legión de voraces homicidas
en el aquí y ahora de tu desorden.
Irrumpe el furor del último asombro remontando la muerte
para reunir las huellas dispersas del paraíso perdido.
Estas son tus heredades:
El lugar sin nombre por el que transitas,
los laberintos sin salida,
los templos desolados donde oficiaste tu propia destrucción,
la habitación del vértigo y la blasfemia,
el camastro al que te adhieres, náufrago
condenado al abismo,
las máscaras atroces que nunca llegaron a ocultarte,
las palabras y su inutilidad para conjurar el dolor,
las fronteras colmadas de horror y supervivencia,
la embriaguez de penurias
y el malestrón de la soledad.
El paso del tiempo corroe al alma, lo sabes,
y hace supurar tu corazón de vidente en un mundo de ciegos.

Lo que fue y lo que no ha sido,
lo alcanzado y lo perdido,
lo real y lo imaginado,
todo ello se encuentra en tu mirada huérfana.

José Luis Zerón Huguet