La razón humana es hermosa e invencible.
No hay barrera, alambre de espinos, censor de libros,
ni orden de destierro que prevalezca en su contra.
Alumbra las ideas universales en el lenguaje,
e incita a nuestra mano a escribir Verdad y Justicia
en mayúsculas y, en minúscula, mentira y opresión.
Enemiga de la desesperación y amiga de la esperanza,
ensalza los bellos ideales obviando las cosas como son.
No distingue al judío del griego o al esclavo del amo,
dejando como patrimonio un mundo a nuestro arbitrio.
Pone a salvo las frases sencillas y transparentes
frente a la soberbia discordancia de las palabras retorcidas.
Abre el coagulado puño del pasado,
nos dice que todo es nuevo bajo el sol.
Preciosa y jovencísima es la Filosofía
así como la poesía, su aliada en el servicio del bien.
Cuando ayer mismo la Naturaleza celebraba su nacimiento,
la noticia llegó a las montañas a lomos del unicornio y el eco.
Su alianza será por siempre gloriosa, atemporal.
Sus detractores se han entregado a la autodestrucción.
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