Ilustración: Alba L. Giménez |
La luz
apura todo lo que yo podría ser,
el sueño apasionado y tierno
de un hombre cualquiera,
o de un pintor –
mis pechos, dos cálidas palomas,
mis brazos, ligeramente doblegados
por la calma del mediodía.
Yo soy
estas venas azuladas, esta cicatriz,
este dominio de células color lavanda,
estos muslos y hombros vencidos;
estas pantorrillas, tan nimias
como mis mejillas,
estas caderas que no han de hacer mullidos
los luminiscentes cojines;
con todo, este cuerpo es mi hogar,
mi infancia se halla confinada aquí,
mi sueño emerge y se fragua en él,
el deseo llegó a su cénit hasta decaer
en los entresijos de su osamenta.
Este sitio me pertenece.
Para Margaret Gaul
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