lunes, 25 de mayo de 2020

"Una fotografía", de Joseph Brodsky (traducido por Luisa Pastor)

Ilustración, Alba L. Giménez

Una fotografía, de Joseph Brodsky

Vivíamos en una ciudad teñida del color del vodka helado.
La electricidad llegaba de lejos, de las marismas,
y, con el crepúsculo, el apartamento parecía amenazado
por una mancha enorme de carbón y de mosquitos.
Nuestras ropas, voluminosas, revelaban la proximidad con el Ártico.
Al final del más remoto pasillo, el teléfono sonaba sin descanso,
recobrando a regañadientes la actividad previa a la guerra.
Los billetes de tres rublos llevaban la semblanza de mineros o aviadores.
Yo ignoraba que algún día todo eso acabaría para siempre.
En la cocina, las esmaltadas ollas parecían infundir confianza en el mañana
transformándose de continuo en mis sueños, en cascos o en un ejército marciano. 
Los automóviles también rodaban hacia el futuro y eran, casi todos, negros,
grises, y a veces -en el caso de los taxis- incluso marrón claro.
Resulta extraño y ciertamente amargo constatar
que ni siquiera el metal es conocedor de su destino
y que la vida se ha sacrificado poco menos que a la mayor gloria
de la compañía kodak, con su fe ciega en las copias
y su tendencia a deshacerse de los negativos.
Con todo, las aves del paraíso cantan, aun sin ramas a las que poder saltar.


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