Os ofrecemos una versión al castellano de este poema, escrito en 1917 por el célebre autor británico Thomas Hardy (1840-1928). Estructurado a modo de canción, "During the wind and the rain" toca temas de alcance universal: el paso del tiempo y la muerte, dos fenómenos intrincadamente arraigados en esa enorme familia que es la humanidad, llamada a desaparecer y regenerarse, como un gran bosque, perpetuamente.
El árbol de Thomas Hardy, en la Iglesia St. Pancras, Londres
Días de viento y lluvia
Cantan al unísono sus más bellas canciones-
ella, él, todos ellos – sí,
la soprano, el tenor y el bajo,
todos a una;
y las velas apenas alumbran sus caras...
¡Ah, no, los años, oh!
¡Cómo caen las hojas secas en cascada!
Limpian el musgo trepador
-ancianos y jóvenes- sí,
despejan el sendero
y el vistoso jardín;
y construyen un banco a la sombra...
¡Ah, no, los años, los años,
mira, blancas aves traen con sus alas la tormenta!
Desayunan juntos despreocupadamente-
hombres y doncellas-sí,
bajo el árbol del estío
y el esplendor de la bahía,
mientras los gallos acuden a sus rodillas.
¡Ah, no, los años, oh!
Y la rosa marchita cae deshojada del muro.
Se mudan a una alta mansión,
ella, él, todos ellos -sí,
relojes, alfombras y sillas
en el césped todo el día,
y las más relucientes posesiones les son concedidas.
¡Ah, no, los años, los años!
Terrenal, la gota de lluvia surca el grabado de sus nombres.
Versiona: Luisa Pastor
ella, él, todos ellos – sí,
la soprano, el tenor y el bajo,
todos a una;
y las velas apenas alumbran sus caras...
¡Ah, no, los años, oh!
¡Cómo caen las hojas secas en cascada!
Limpian el musgo trepador
-ancianos y jóvenes- sí,
despejan el sendero
y el vistoso jardín;
y construyen un banco a la sombra...
¡Ah, no, los años, los años,
mira, blancas aves traen con sus alas la tormenta!
Desayunan juntos despreocupadamente-
hombres y doncellas-sí,
bajo el árbol del estío
y el esplendor de la bahía,
mientras los gallos acuden a sus rodillas.
¡Ah, no, los años, oh!
Y la rosa marchita cae deshojada del muro.
Se mudan a una alta mansión,
ella, él, todos ellos -sí,
relojes, alfombras y sillas
en el césped todo el día,
y las más relucientes posesiones les son concedidas.
¡Ah, no, los años, los años!
Terrenal, la gota de lluvia surca el grabado de sus nombres.
Versiona: Luisa Pastor