Siguiendo con nuestra serie de homenajes a Leopoldo María Panero, os ofrecemos una nueva colaboración, esta vez del poeta oriolano José Luis Zerón. Con Cantata para un poeta náufrago, Zerón recoge las "heredades" de Panero, oficiante de su propia destrucción y vidente en un mundo de ciegos.
CANTATA
PARA UN POETA NÁUFRAGO
Leopoldo María
Panero inmemoriam
“Serás
profeta tan solo para acabar con las máscaras del lenguaje”.
L.M.P:
El
nombre de Dios repetido en voz alta miles de veces
no te
elevó más allá de la muerte.
Ninguna
hermosa elegía te devolverá
los
paraísos perdidos.
Repetir
y repetir una plegaria sin reversión
ni
destino,
invocando
al niño difunto que te habita,
al niño
muerto que abre los ojos al hoy
esperando
un para siempre,
invocándolo
con los ojos solos
y la certeza
de estar aquí, en el baldío,
guiado
por el fulgor insomne de la búsqueda,
buscando
en tus ojos desiertos
una mirada viva que confirme que eres alguien por fin,
alguien
que despierta a una nueva vida
que es
el reverso de la sordidez.
El mundo
es un lugar hostil, bien lo sabes,
y no es
posible escapar a los estragos de los ángeles fieros,
ni se
puede huir de los hombres que husmean en los osarios del amor
y se
disputan los despojos,
pero la
memoria siempre está próxima
y se
enriquece a base de usurpaciones y rapiñas.
La inocente
crueldad de tu infancia
se
presenta como una legión de voraces homicidas
en el
aquí y ahora de tu desorden.
Irrumpe el
furor del último asombro remontando la muerte
para reunir
las huellas dispersas del paraíso perdido.
Estas
son tus heredades:
El lugar
sin nombre por el que transitas,
los
laberintos sin salida,
los
templos desolados donde oficiaste tu propia destrucción,
la
habitación del vértigo y la blasfemia,
el
camastro al que te adhieres, náufrago
condenado
al abismo,
las
máscaras atroces que nunca llegaron a ocultarte,
las
palabras y su inutilidad para conjurar el dolor,
las
fronteras colmadas de horror y supervivencia,
la
embriaguez de penurias
y el
malestrón de la soledad.
El paso
del tiempo corroe al alma, lo sabes,
y hace
supurar tu corazón de vidente en un mundo de ciegos.
Lo que
fue y lo que no ha sido,
lo
alcanzado y lo perdido,
lo real
y lo imaginado,
todo
ello se encuentra en tu mirada huérfana.
José Luis Zerón Huguet