domingo, 31 de mayo de 2020

“Cúbrete el rostro con tus manos”, de Mark Strand (Traducido por Luisa Pastor)

Ilustración: Alba L. Giménez

Dado que hemos atravesado el río y el viento nos ofrece tan sólo un entumecedor torbellino de frío, al que nos hemos adaptado dócilmente, sin esperar más allá de lo que nos puede ser concedido, sin preguntarnos siquiera cómo pudo ocurrir que llegáramos a este sitio, para nosotros carece ya de toda importancia que nada saliese como esperábamos. No hay modo de despejar la niebla en la que vivimos ni de saber en qué momento nos dimos por sometidos. La silenciosa nieve del pensamiento se derrite antes de que pueda cuajar. El lugar que habitamos es un acertijo planteado por alguien a quien todo lo humano le es ajeno[i]. Las cancelas hacia la nada se multiplican y el presente queda tan lejos, tan abismalmente lejos.


[i] El enunciado original es: “Where we are is anyone’s guess”. Confieso que he querido sobreentender mucho, al jugar con el eco de la famoso proverbio de Terencio: “Homo sum, humani nihil a me alienum puto” (“Soy un hombre, nada de lo humano me es ajeno”). Se trata de una voz más para enriquecer esta reflexión.


lunes, 25 de mayo de 2020

"Una fotografía", de Joseph Brodsky (traducido por Luisa Pastor)

Ilustración, Alba L. Giménez

Una fotografía, de Joseph Brodsky

Vivíamos en una ciudad teñida del color del vodka helado.
La electricidad llegaba de lejos, de las marismas,
y, con el crepúsculo, el apartamento parecía amenazado
por una mancha enorme de carbón y de mosquitos.
Nuestras ropas, voluminosas, revelaban la proximidad con el Ártico.
Al final del más remoto pasillo, el teléfono sonaba sin descanso,
recobrando a regañadientes la actividad previa a la guerra.
Los billetes de tres rublos llevaban la semblanza de mineros o aviadores.
Yo ignoraba que algún día todo eso acabaría para siempre.
En la cocina, las esmaltadas ollas parecían infundir confianza en el mañana
transformándose de continuo en mis sueños, en cascos o en un ejército marciano. 
Los automóviles también rodaban hacia el futuro y eran, casi todos, negros,
grises, y a veces -en el caso de los taxis- incluso marrón claro.
Resulta extraño y ciertamente amargo constatar
que ni siquiera el metal es conocedor de su destino
y que la vida se ha sacrificado poco menos que a la mayor gloria
de la compañía kodak, con su fe ciega en las copias
y su tendencia a deshacerse de los negativos.
Con todo, las aves del paraíso cantan, aun sin ramas a las que poder saltar.


domingo, 17 de mayo de 2020

"De vuelos y caídas", de Jack Gilbert (Traducido por Luisa Pastor)

Ilustración Alba L. Giménez

De vuelos y caídas, de Jack Gilbert

Todo el mundo pasa por alto que Ícaro alcanzó a volar.
Igual sucede cuando el amor toca a su fin,
o un matrimonio fracasa y a la gente le da por decir
que sabían que aquello era un error, que todos
decían que aquello nunca funcionaría. Que ella era
de sobras mayorcita para saberlo. Pero todo cuanto
merece la pena hacerse, merece la pena hacerse mal.
Como estar allí aquel verano, tan próximo al océano,
justo al otro lado de la isla, mientras el amor se esfumaba
de ella. Las estrellas ardían con tal extravagancia entonces
que nadie hubiese creído en su futura extinción.
Cada mañana, ella despertaba en mi cama,
como una aparición, con la dulzura de un antílope
que permanece estático en la bruma del amanecer.
Y a la tarde, contemplaba cómo regresaba de su baño
avanzando por el candente suelo rocoso, con toda la luz
marina tras de sí, y el cielo enorme de otro lado.
La escuchaba atento mientras almorzábamos.
¿Cómo puede decir nadie que aquello fue un fracaso?
Es como la gente que volvía de Provenza
(cuando estaba de moda eso de ir a Provenza)
diciendo que todo bonito, pero las comidas muy grasientas.
Yo creo vehementemente que Ícaro no cayó con su caída:
simplemente apuró los confines de su triunfo.

(Traducción de Luisa Pastor)

Enlace al poema original

domingo, 10 de mayo de 2020

“Abajo con el mirlo azul”, Margaret Fishback (Traducido por Luisa Pastor)

Ilustración Alba L. Giménez
Abajo con el mirlo azul, de Margaret Fishback 

Cuando me derrumbo, desprecio todo cuanto
en circunstancias normales amo.
Detesto a la alondra, cuyo canto carece de sentido,
odio el anodino cielo azul sobre nosotros.

Los azafranes, irguiéndose altivos sobre el césped,
las campanillas, próximas a abrirse-
quisiera verlas muertas y desaparecidas;
su vitalidad es una invitación a la melancolía.

Y por encima de todo me trae sin cuidado,
en esos ratos en que la voz mía se asemeja
al monótono zumbido de la colmena,
escuchar cómo mis vivarachos colegas
ensalzan la maravilla de estar vivo.

                                                       
                                                                   Traducción de Luisa Pastor

domingo, 3 de mayo de 2020

"Ella", de Anne Carson

Desconozco la materia con que están hechas las almas; 
                                                                                                        pero sea cual sea, la suya y la mía son iguales.

                                                                                                                                                       Emily Brontë
Ilustración Alba L. Giménez
Ella, de Anne Carson

Vive en un páramo perdido en el norte.
Sin compañía de nadie.
Allí donde la primavera se abre
como la afilada hoja de un cuchillo.

Viajo todo el día, de tren en tren
llevando un lote de libros conmigo
-algunos para mi madre, otros para mí-,
incluidas las Obras Completas de Emily Brontë,
mi autora favorita.

También mi principal temor,
que trato de afrontar como puedo.

Siempre que visito a mi madre
siento como si me convirtiera en Emily Brontë,
mi solitaria vida abrazándome como este páramo,
mi desgarbado cuerpo pisando gravemente
la cenagosa llanura en un simulacro de transformación
que muere cuando llego a la puerta de la cocina.

¿De qué materia están hechas tu alma y la mía, Emily?

(Traducción Luisa Pastor)


She


She lives on a moor in the north.
She lives alone.
Spring opens like a blade there.
I travel all day on trains and bring a lot of books—

some for my mother, some for me
including The Collected Works Of Emily Brontë.
This is my favourite author.

Also my main fear, which I mean to confront.
Whenever I visit my mother
I feel I am turning into Emily Brontë,

my lonely life around me like a moor,
my ungainly body stumping over the mud flats with a look of transformation
that dies when I come in the kitchen door.
What meat is it, Emily, we need?