http://ladamadeverde.blogspot.com/2011/12/acto-de-entrega-de-los-premios.html
"Casino Orcelitano.Hay a la entrada un patio andaluz, aire al recuerdo de un Lorca feliz, riflessivo, in atessa. Sillas azul Chaouen y azulejos de Menzaque. Miguel amaba lo andalusí, de la misma forma que sublimaba al de Fuente Vaqueros. Los dos destinos asesinados, descansando en el mismo recinto, quizá hablando en los sillones mullidos, rojos, rojos Fabergé. Tal vez, sus espectros se hayan cansado de epístolas o rivalidades de salón y entre estos muros fuertes, que prometen cobijo, campanadas de reloj de pared y secretismos, puedan respirar algo así como un maná extraño y reposado. Detesto hablar de los del 27 en pasado, utilizar el “eran”, cuando miro “las postalicas” lorquianas en una biblioteca de 2011o revisito el vientre de Josefina en un tren que siega espigas, rápido, violador de la luz. “Son”, “están”. Porque sin ellos, tampoco hubiera existido mi yo en el Casino Orcelitano, un yo de niña asombrada, pasos callados en el Salón Imperial.
Esta ciudad se presta a las locuras...viajar con una mecedora, invirtiendo los términos, para colocarla hacia el cielo y contemplar cada detalle de las cúpulas, bóvedas y alturas oriolanas: catedral, Tudemir, Casino. Otro tour por Oleza: el de sus cumbres, empezando por las blancas de la casa de Hernández, ésas en las que nadie observa más que el paso del tiempo, alturas en las que sólo creen los ateos ver cal y más cal, mientras los creyentes adivinamos versículos enteros, casi aullidos de Ginsberg,cascadas de Carver. O un Millet o una Noche de ronda flamenca. Incluso una araña que corre, desafía y te hila, Bourgeois en la cuarta dimensión.
Toda esa atmósfera sobre nosotros –el poeta y actor Álvaro Tato, el periodista Pedro Antonio Curto y yo enredada por mis espíritus-, como si veláramos armas por vez primera, antigua ceremonia medieval, recuerdos de Aquitania, memorias de Anna Ajmátova volando (mis versos no se prestan a siete ni veintinueve sentidos. Claro que no, Anna, lo escrito, escrito está). Viejas damas amadrinaban a esta mujer -como casi siempre- desconcertada. Las sibilas de la campiña saben de mí, me empujaron a escribirlas y están aquí. Las mujeres a las que protegen telarañas cerebrales y festejan los años 20 salen al escenario de la mano de Auralaria y me miran. Luisa traza un círculo. Me otea la mujer roja ymediterránea y sé que ese dedo me señala, índice volcánico, sublimando dolores, expiaciones y silencios. Las cariátides pasaban las noches con los ojos abiertos, gritando, sufriendo por la sangre, mordiéndose las venas por un real, por el marido brusco que nunca otorga, por el hijo que amarillea. En el escenario aparecen ellas, llevadas por la música de Eva García Lorca y la voz tremenda de Luisa Pastor. Veo pasar a Catalina, a Isabel, a Francisca, a Ana, a Graciela, a Antonia, a Pura, a Marina. Quienes saben de la memoria perdida han puesto rostro a estas damas y veo sus caritas surcadas de barbechos, de zanjas, de noches en vela y pareciera que Auralaria me dictó el pensamiento y la acción de la pluma."
(texto Carmen Garrido, ladamadeverde.blogspot.com)