Inauguramos una sección en la que semanalmente se rendirá homenaje a los poetas que con sus versos han contribuido a la generación de una toma de conciencia, una poesía llamada de urgencia que conviene rescatar, rememorar y tener muy presente para enfrentarnos a los dilemas que se nos siguen planteando, esos que se repiten cíclicamente.
Junto a una breve retrato del poeta homenajeado, se incluirá uno o varios de sus poemas, que irán acompañados de audición. Gracias por recordarlos con nosotros.
ÁNGELA FIGUERA AYMERICH:
Poema "Balance"
En el año 2002 se celebró el centenario del nacimiento de esta mujer, oriunda de Bilbao, docente y poeta, rebelde en unos versos encendidos por la guerra civil, que marca profundamente su vida y su poética.
La falta de respeto por la vida, la ausencia de libertad, los bombardeos sobre las vidas nuevas e inseguras, frágiles, el grito inútil de tantas madres y el papel insignificante adjudicado a la mujer, son algunas de sus denuncias.
Los poemas seleccionados forman parte de su poemario Belleza cruel, un libro con el que Ángela Figuera quería "dar voz a los perseguidos, los desesperanzados, ponerse junto al hombre y acompañarle, ayudar a hacer puente entre hermanos separados", como recuerda su hijo, Juan Ramón Figuera, en las primeras páginas de la edición que de esta obra preparó Torremozas para conmemorar el centenario de su nacimiento.
Esta obra apareció por primera vez en el verano de 1958 en México, publicada por la Compañía General de Ediciones y le mereció el Premio de Poesía Nueva España, otorgado ese mismo año por la Unión de Intelectuales Españoles en aquel país. De ella se conocía ya Mujer de barro, Soria pura y Los días duros, que era, a su vez, reedición, de sus, hasta el momento, tres obras mayores: Vencida por el ángel, Víspera de la vida y El grito inútil. Veinte años habrían de pasar para que Belleza cruel viese la luz en España.
La importancia de la obra viene subrayada por el prólogo que lo anticipa, firmado por León Felipe. El poeta se retractaría en este escrito de aquella maldición que encajó a los franquistas cuando partió al exilio, dejando a la tierra, a la patria, "sin canción". El poeta que mejor encarna quizá el destierro reconoce a una pléyade de jóvenes poetas como Ángela capaces de hacer resurgir el poder del salmo en España, y le dirige estas sinceras palabras: "Nosotros no nos llevamos el salmo", dice,"De este lado nadie dijo la palabra justa y vibrante. Hay que confesarlo: de tanta sangre a cuestas, de tanto caminar, , de tanto llanto y tanta injusticia...no brotó el poeta. Y ahora estamos aquí, del otro lado del mar, nosotros, los españoles del éxodo y del viento, asombrados y atónitos oyéndoos a vosotros cantar: con esperanza, con ira, sin miedos".
La voz de Ángela Figuera suena junto con las de Dámaso Alonso, Blas de Otero, Gabriel Celaya, Victoriano Crémer, Eugenio de Nora, Leopoldo de Luis,... aquellos que se quedaron para participar muchas de las veces de un exilio interior, no exento de fruto, en la vieja hacienda que parecía haber quedado muda y estéril...
LIBERTAD
Crecieron así seres de manos atadas.
Empédocles
A tiros nos dijeron: cruz y raya. En cruz estamos. Raya. Tachadura. Borrón y cárcel nueva. Punto en boca.
Si observas la conducta conveniente, podrás decir palabras permitidas: invierno, luz, hispanidad, sombrero. (Si se te cae la lengua de vergüenza, te cuelgas un cartel que diga “mudo”, tiendes la mano y juntas calderilla.)
Si calzas los zapatos según norma, también podrás cruzar a la otra acera buscando el sol o un techo que te abrigue.
Pagando tus impuestos puntualmente, podrás ir al taller o a la oficina, quemarte las pestañas y las uñas, partirte el pecho y alcanzar la gloria.
También tendrás honestas diversiones. El paso de un entierro, una película de las debidamente autorizadas, fútbol del bueno, un vaso de cerveza, bonitas emisiones en la radio y misa por la tarde los domingos.
Pero no pienses “libertad”, no digas, no escribas “libertad”, nunca consientas que se te asome al blanco de los ojos, ni exhale su olorcillo por tus ropas, ni se te prenda a un rizo del cabello.
Y, sobre todo, amigo, al acostarte, no escondas “libertad” bajo tu almohada por ver si sueñas con mejores días. No sea que una noche te incorpores sonambulando “libertad”, y olvides, y salgas a gritarla por las calles, descerrajando puertas y ventanas, matando los serenos y los gatos, rompiendo los faroles y las fuentes, y el sueño de los justos, porque entonces, punto final, hermano, y Dios te ayude.
Magnífico. Tanto el texto sobre Ángela Figuera y sus poemas, como la interpretación de Auralaria.
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