De la muerte no se escapa, como
mucho uno trata de prevenirse, de retardar el inenarrable tránsito lo máximo
posible. También trata de distraerse de esa fatalidad.
La inclinación a la poesía, al arte, tiene mucho que ver con ese anhelo de escapismo y con
una necesidad intrínseca de comprender, en el complejo de la vida, quiénes
somos y por qué nos toca conocer un mundo que no puede preservarnos
indefinidamente.
Mientras tanto, se busca la
serenidad, la aceptación. Y en esto consiste la gran maniobra de la supervivencia. Preparar el
desenlace como se prepara un poema, desenmascarar a la muerte inventando, porque es preciso, su imagen
verdadera. Y más aún, apropiarse de la máscara que da la eternidad, creer que
eso es posible.
Suavemente llueve, con Carolina Llanes al piano y la voz de Luisa Pastor. Aula de Poesía Miguel Hernández: Encuentro con Ramón BascuñanaViernes 28 de febrero de 2014 |
El poeta y su vera efigies, desconocida como las avenidas de la muerte; el poeta en el centro de la sombra, posando para
un retrato siempre fingido, solo o con familia al fondo, contemplando lo
que hay por debajo tal vez como si nunca,
el poeta buscando refugio en la palabra porque será lo único que quede, si algo
queda de nuestra impostura, el poeta contando
sin entusiasmo los días del tiempo
como los contaría un ángel de luz caído en
una especie de liturgia de la profanación,
hasta el temido entonces o hasta ya
no más nunca…
Un momento de la tertulia, con Josefina García, Ramón Bascuñana y Álvaro Giménez. Aula de Poesía Miguel Hernández. |
Se puede tratar de adivinar, con
todo, lo que reserva para sí solo el gesto del escriba, el trazo sutil de sus deseos
impuros, aunque sería como tratar de averiguar el antiguo protocolo de la muerte, tan misterioso e indescifrable como
el destino del hombre...
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