Juan María Calles Moreno |
Doctor
en Filología Hispánica por la
Universidad de Valencia, trabaja como profesor de enseñanza
secundaria en Castellón. Destacan sus investigaciones en el campo de la teoría
literaria y de la literatura española contemporánea. En 1986, obtuvo el Premio
Adonais de poesía. Entre sus libros de poemas destacan:
-
Silencio
Celeste, Madrid, Rialp, 1987
(Premio Adonais 1986).
-
Viaje de Familia. Valencia,
Editorial Mainel, 2002.
-
La
tripulación del Estrella, Castellón, Ellago Ediciones, 2005.
-
Materia
sensible (Antología poética), Mérida, Editora Regional Extremadura, 2009.
-
La música
del aire (IV Premio Fundación Ecoem), Sevilla, La isla de Siltolá, 2012.
-
Poética
del viajero (Premio Juan Ramón Jiménez 2014).
TESTIGO DE SU SOMBRA
A Cáceres, a sus gentes,
secreto país del paraíso.
Riberas del silencio,
vuelvo a la inmensidad de tu llanura,
a renovar el pacto de la jara y la encina
y de otros mil inviernos obsequiosos.
Hay dinteles que arden, puertas que chirrían
y una campana en medio de la aurora.
Vuelven ahora las aguas a tu puerto
y vuelvo a la densidad de tus almenas,
ciudad de espina en mundo y surco abiertos.
Déjame recordar en qué escondida mata
soñé el licor azul de mi destino
en años malva, tristes, solitarios…
Deja ahora que aquel tiempo me redima
con una lluvia muda de baúles
y anillos que anidaban en mi alma.
Del río enamorado y su secrerto
tan sólo hay cosechas muy tempranas.
Amor en tal medida maltratado
retorna a un niño leve en las orillas…
Ribera del silencio tuve andada,
hoy marcho ya testigo de mis sombras.
A Cáceres, a sus gentes,
secreto país del paraíso.
Riberas del silencio,
vuelvo a la inmensidad de tu llanura,
a renovar el pacto de la jara y la encina
y de otros mil inviernos obsequiosos.
Hay dinteles que arden, puertas que chirrían
y una campana en medio de la aurora.
Vuelven ahora las aguas a tu puerto
y vuelvo a la densidad de tus almenas,
ciudad de espina en mundo y surco abiertos.
Déjame recordar en qué escondida mata
soñé el licor azul de mi destino
en años malva, tristes, solitarios…
Deja ahora que aquel tiempo me redima
con una lluvia muda de baúles
y anillos que anidaban en mi alma.
Del río enamorado y su secrerto
tan sólo hay cosechas muy tempranas.
Amor en tal medida maltratado
retorna a un niño leve en las orillas…
Ribera del silencio tuve andada,
hoy marcho ya testigo de mis sombras.
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