Auralaria os invita a aproximaros al poemario de José
Luis Zerón, "Perplejidades
y certezas", publicado recientemente en el blog del periodista
J.A. Muñoz Grau. Como muestra de la profunda indagación en el hecho poético
adelantamos estos "Apuntes
para una poética". Imprescindible para todos los amantes de la
palabra.
APUNTES PARA UNA POÉTICA
José Luis Zerón.
(Retrato de J.A. Muñoz Grau)
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Hay que vigilar hasta encontrar de nuevo el proceder del
mundo en las palabras. Pero cuidado con los déspotas del lenguaje.
Inclinado con tu carga de incertidumbres sigues el rastro de
la escarcha e indagas en los laberintos de briznas. Aspiras a verte colmado en
la expectación. Tu fe es el camino por el que avanzas sin precipitarte. La duda
es tu paroxismo.
El poema es como un pájaro atrapado en el deseo de ascender.
El poema no es el hogar, sino la errancia, último reducto de
quien ha sido derrotado en todas las batallas contra el tiempo. Se escribe con
gritos de incapacidad y expresivos balbuceos. No le busquemos certezas ni sentido.
La desolación de la escritura es su grandeza.
El poeta sigue huellas imposibles en el desierto.
El poeta vive permanentemente en estado de alerta. ¿Cuántas
horas dedicadas a remover la ceniza en busca del fuego augural? No se pueden
contabilizar. En la calma o en el estruendo, en el alborozo o en el desamparo,
persiste en acechar las defunciones. Su lengua es de ausencia y, sin embargo,
tiene una fe inquebrantable en el encuentro. En su fervor hay un exilio y en su
victoria una subordinación. Su identidad se fortalece en la frontera.
Percibes fascinado la claridad de los florecimientos y, con
una paciencia instintiva, procuras decir el mundo, mas no es posible retener el
temblor. Un poema es la gracia de nombrar lo efímero.
Las palabras son el despeñadero de la percepción.
El poema es una flor inoportuna que crece entre las ruinas
de las ilusiones. Esplende como el jaramago en los jardines arrasados.
El camino del poeta está lleno de pozos y estrellas.
¿Qué es Dios?
El gran vacío, el espacio en blanco en donde hemos de
naufragar.
En épocas de desamparo rotura tu propia nada y siembra en
los surcos hostiles palabras de afirmación. Pero es preciso sentir la
convulsión de la siembra, sólo así abrirás caminos de cosechas.
Creemos que cualquier camino nos llevará hasta la cima, pero
al final de la senda siempre nos espera el precipicio. La cima está siempre por
hallar. El alborozo de la búsqueda compensa las zozobras.
Pero nunca rompamos nuestros vínculos con la cima. Lo
contrario significaría perecer en la inacción.
La poesía no es el saber del ser, sino más bien el de su
carencia.
Hay seres ejemplares que aman las tormentas.
Si acaso encuentro abrigo es bajo el techo de la tormenta.
El torrente tiene tacto de sombra y de cieno y el color
innombrable del útero. Su dulce fragor nos devuelve el límite borroso de otra
vida que empieza ahora.
Un poeta al que leí en la extinta y fabulosa revista "Empireuma". Una pérdida, su desaparición.
ResponderEliminarSaludos!